martes, 15 de enero de 2013

San Antón y la pólvora

     Desde que en el siglo XIV se usó por primera vez la pólvora en una guerra en Europa, y, en particular, en el asedio de la entonces villa de Huéscar (año de 1324), su uso no ha cesado aunque de forma más pacífica la mayoría de las veces.

     El primer referente que hasta ahora se tiene de San Antón y su “relación” con la pólvora, nos lo da la escritura de confirmación del “voto de guardar” el día de San Antón y San Pedro Mártir por días de fiesta, en la que aparece el capitán Joan Martínez Carrasco, que debió ser el mando encargado de la guarnición militar aquí destacada en esos primeros años del siglo XVII (1608). (1)

     Ya de forma "activa", nuestro santo aparece metido de lleno entre la pólvora y sus efectos, en el hecho ocurrido y posteriormente narrado, en la primera parte de la "Crónica de la Provincia de San Juan Bautista", en su libro primero, capítulo LXXIV, llamado "De algunos muy notables casos, que sucedieron después de fundado el Convento de Huéscar"(2), que nos dice así:

     "...Otro caso assi mismo deve tener aqui su lugar, que por ser en honra de la Virgen Santissima, y de su purissima Concepcion, no es justo passarle en silencio. Y para que se le dé toda fé, trasladarele como lo depuso con juramento el licenciado Bartolome Ferrer, Cura, y Beneficiado de la villa de Galera ocho dias del mes de Agosto de 1637 años. Dixo, pues, que desde, que tuvo uso de razon, avia tenido particular devocion con la purissima Concepcion de Nuestra Señora la Madre de Dios, confessando siempre, que fue concebida sin mancha de pecado original, y assi lo tenia jurado, y prometido defender, en manos del señor Obispo de Guadix, con el demas Clero de aquella Abbadia. En muestra de este pio afecto, aviendo fabricado un molino de polvora en el termino de la dicha villa, juntamente con el Capitan Andres Bernabé; para el buen sucesso, y que se fuese Nuestro Señor servido de librarle de incendio, eligieron por Patrona la Virgen Nuestra Señora; y haziendo, que se pintase un lienzo con la Imagen de su purisima Concepcion, y a los lados della las de los bienaventurados San Antonio Abad, y San Antonio de Padua, se fixó en un bastidor de madera con sesenta tachuelas (circunstancia, que conviene expressar por lo que diremos despues) y se puso en el dicho molino en la parte, que esta en los morteros, encima de la artesa, donde se granea la polbora. Y aviendo en ella tres arrobas fina, enjuta, y recien assoleada, y otra arroba en una talega, que estava debaxo de la dicha Imagen, y en los morteros otras tres arrobas, que querian acer granear, sin saber como se pegó fuego, y bolo todo el quarto, que era demas de veinte y quatro pies de largo, y quinze de ancho sin quedar del telar, granadores, mazas, y otros instrumentos mas que las ruinas; siendo tal la violencia, que uno de los morteros, que era de vara en    quadro y pesava mas de cinquenta arrobas se abrió de alto, baxo, y quedó destruido.

     Era aquel dia vispera de la octava de nuestro Padre San Francisco   10 de Otubre de 1636. Y aviendo el dicho Beneficiado Bartolome Ferrer tomado el quaderno de nuestra Orden para irse rezar la puerta del molino, como lo acostumbrava, oyó el estallido estupendo que causó la polvora, y yendo azia allí vio la gran ruina, y encima Della el lien‡o de la purissima Concepcion doblado, la pintura  azia dentro, y el bastidor hecho muchos pedazos en diversas partes: y desdoblandole, hallóle sin ofensa alguna del fuego, y que assi la Imagen de la purissima Concepcion como la del glorioso san Antonio Abad, y de Padua, estavan intactas, y ilesas como si tal incendio no huviesse avido. Quedó espantado de tan singular maravilla, atribuyendo causa superior, que donde la grande violencia de la polvora avia hecho tan terrible estrago convirtiendo en ceniza las piedras, un lienzo tan dispuesto para que en el se zebase la furiosa llama, por estar la pintura al olio, y encima de la misma polvora, quedasse essempto, y libre, sacudiendo como sacudió el bastidor diferentes partes. Y no fue este el mayor prodigio, sino que reparando bien en el lienzo, le halló por la orilla, todo entero, y sano, sin señal alguna de los agugeros, que avian hecho las sesenta tachuelas, con que estava clavado. De cuyo milagroso prodigio dio infinitas gracias a Dios: reconociendo, que assi como la otra misteriosa zarza, simbolo de Maria Santissima, no abrasó la llama, ni quitó el verdor, ni frescura, antes añadió resplandor, y belleza, assi su trassumpto, y figura respetó el incendio: y aun en el lienzo donde estava su Imagen, como en prueva de su integridad, no quedó señal, memoria, ni vestigio de hierro.

     Sabiendo este caso el siervo de Dios Fray Francisco Veneciano Guardian de nuestro Convento de Huescar, alcanzó del sobredicho Cura le diesse la Imagen del glorioso san Antonio de Padua, que por aver estado la sombra de Maria Santissima, avia asi mismo quedado sin lesion alguna del fuego. Y la colocó en uno de los Colaterales del dicho Convento, donde ha sido muy venerada. Las otras dos de Nuestra Señora, y san Antonio Abad, se quedaron en la Iglesia de la Villa de Galera, para que tambien se les diesse la devida veneracion".

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Referencias:

(1) Archivo Histórico Municipal de Huéscar.


(2) Paner, Fray Antonio. "Crónica de la Provincia de San Juan Bautista de Religiosos Menores Descalzos de la Regular Observancia de nuestro Seráfico Padre San Francisco". Libro 1º, cap. LXXIV. Año 1665.

1 comentario:

  1. Gracias, otra vez más, por acercarnos otro poquito de nuestra rica historia y de las costumbres de nuestros antepasados.

    Sigue así.

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