jueves, 27 de octubre de 2011

Don Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez

Escudo de los Álvarez de Toledo en la iglesia de Santiago (s.XVI). A. M. H.

Don Fadrique Álvarez de Toledo y Enriquez, nació hacia 1460 y falleció el 18/19 de octubre de 1531. Era hijo de don García Álvarez de Toledo y Carrillo y de doña María Enríquez Quiñones, hermana de doña Juana, Reina de Aragón e hija de don Fadrique Enríquez, Almirante de Castilla y de doña Teresa Quiñones.

Casó en 1479 con doña Isabel de Zúñiga y Pimentel (fallecida en 1500). Ésta era hija de don Álvaro de Zúñiga, I duque de Béjar, Arévalo y Plasencia y de su segunda esposa doña Leonor Pimentel y Zúñiga, de los condes de Mayorga.

Los títulos que ostentó fueron:
II Duque de Alba de Tormes.
II Marqués de Coria.
II Conde de Salvatierra de Tormen.
VI Señor de Valdecorneja, Piedrahíta y Huéscar (Por la incorporación de Navarra).
I Conde de Piedrahíta.
I Duque de Huéscar (23 de octubre de 1513).
Caballero d ela Insigne Orden del Toisón de Oro (1519, nº. 154).
Virrey de Castilla y Navarra.
Mayordomo Mayor del Emperador.
Capitán General en la Gurra del Rosellón.
Grande de España de Primera Clase por el Emperador (Aquisgrán).
En 1512 conquistó el Reino de Navarra, asistió a la toma de Navarra, intervino en las campañas de Flandes e Italia y en las guerras de Comunidades.

Muerto don García en 1488, don Fadrique, II duque de Alba, marqués de Coria, conde de Salvatierra y Piedrahíta, señor de Valdecorneja, dió muetras de un altruismo y fidelidad hacia la dinastía Trastamara que borró por completo la fama de su padre, marcando a sus descendientes, afirmando la fidelidad a la monarquía en los Álvarez de Toledo. A los títulos anteriores, don Fadrique añadió el ducado de Huéscar, localidad situada al este de la sierra del Segura, como merced real por su apoyo incondicional en la guerra de Granada y en otras empresas. El señorío formado por el pueblo y la vega circundante, habitado por moriscos, produjo más problemas que rentas a la familia durante el siglo XVI.

Fue don Fadrique Álvarez de Toledo uno de los hombres más destacados en el servicio a la Corona de su tiempo. Asistió a la toma de Granada - donde destacó bajo los estandartes de la reina Isabel I, en el cerco-, redactando su régimen de capitulación, firmando su privilegio y siendo también testigo signante en el acto de entrega de la ciudad. Después le encontraremos peleando con los franceses por el Rosellón. Toda su vida política se desarrolla junto a Fernando el Católico. Más tarde será uno de los más firmes valedores para traer al nieto, a Carlos, de Gante. Y plenamente integrado en la ideología política de los Reyes Católicos de cara a la consecución de un Estado Moderno, hace la campaña de Navarra en 1512 con cuyo esfuerzo se logra e incorpora a Aragón. Ya anciano, lo encontraremos educando y conformando ideológicamente a su nieto, huérfano, don Fernando Álvarez de Toledo.

Como curiosidad diremos que las dignidades de duque de Alba, duque de Huéscar, señor de Valdecorneja, marqués de Coria, conde de Piedrahíta y conde de Salvatierra de Tormes constituyeron el "cuerpo" de los títulos de la casa de Toledo y siempre se conservaron, sin desmembrarse, en la línea de la primogenitura, aparte de los que adquirieron por matrimonial política. Es en 1871 cuando se reconfirma, entre otros, el título de duque de Huéscar a los Stuart Fitz James, actuales duques de Alba, al haber quedado vacante.


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Bibliografía:


García Pinacho, María del Pilar (ed.). Los Álvarez de Toledo: Nobleza Viva. Segovia: Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 1998.

jueves, 20 de octubre de 2011

Orígenes de la Feria de la Muy N. y L. Ciudad de Huéscar

Los gigantes y cabezudos, acompañados de niños y mayores, dan inicio a la Feria.

(Fotografía de Manuel Fernández Santaella, ca 1970). A. M. H.



Los cabezudos en la calle Nueva, junto al Ayuntamiento (ca 196_). A. M. H.

Con la "pública de las fiestas", a través del repique de campanas y el disparo de cohetes acompañados de los gigantes y cabezudos, los habitantes de Huéscar damos inicio a los festejos públicos, de octubre, conocidos tradicionalmente como "la Feria".


Ésta, a lo largo de los siglos, ha ido arraigandose cada vez más en la población y, aunque con distinto referente, adaptandose a los tiempos.


Por un documento conservado en el Archivo Municipal, titulado "Autos y capítulos de Gracia", sabemos que el "origen oficial" es del año 1589. En él, el Concejo de la ciudad dirige a su Excelencia el duque de Alba -como señor de la población- el oficio con distintas peticiones a las que, oportunamente, da o no su visto bueno y matiza o corrige los términos en que se conceden o deniegan.


La "belleza" e importancia del documento no sólo radica en su caligrafía y antigüedad, sino en lo allí solicitado y resuelto. En todo su conjunto se puede observar la linea conductora y organizadora de lo que hoy es nuestra idiosincracia y particular forma de regular nuestra vida común entre vecinos, salvando las distancias. En él se recoge, por ejemplo, la concesión de un día de mercado semanal, los días en que se celebrará la feria,... Más no siempre la feria se celebró en los días que lo hacemos actualmente; en este documento se solicitó que esta se circunscribiese al día 21 de noviembre, para conmemorar el hecho de haber ganado una batalla en el año 1569 al ejército de moriscos que intentaron tomar la ciudad -con motivo del alzamiento de estos durante la conocida como Guerra de Granada- y que fueron derrotados y "humillados" en el paraje que hoy conocemos como "Humilladero", donde a su caudillo, el Malec, incluso se le arrebató su capa (objeto que ha sido procesionando durante varios siglos, el día de Nuestra Señora de la Victoria -hasta los años 30 del siglo XX- hoy desaparecido).


Mientras, con el transcurso de los años, los vecinos de Huéscar en su creciente devoción a las Santas Alodía y Nunilón celebraron el día de éstas, litúrgicamente hablando. Pero, poco a poco, se le fueron uniendo actividades y hasta el día de hoy.


Cartel de la Feria del año 1888. A. M. H.


"Autos y Capítulos de Gracia". Transcripción y fac-símil de la hoja en donde


se concede (con matizaciones) la celebración de una Feria (año 1589). A. M. H.

martes, 18 de octubre de 2011

22 de Octubre: Santas ALODÍA y NUNILÓN.

“Dice un esclarecido autor: Humilde y discreta, la piedad cristiana se encarga de ordenar y dirigir los movimientos del corazón, a modo y forma de madre solícita que, pesando y midiendo, por la medida sin medida del amor entrañable, las inclinaciones de sus hijos, llega a resolver, dentro de las conciencias perturbadas, los más delicados problemas del corazón humano. Lo cual no se logra por medio de estudio ni de cálculos, sino que, postrada en tierra la criatura racional y elevando su mirada al cielo, aprende, sintiendo y suspirando, como deben ser venerados los arcanos de la eminente ciencia del amor de Dios (...).

Estas bellísimas teorías de fe y amor divino, son aplicables a la devoción acendrada e inmensa que la ciudad de Huéscar y la villa de Puebla de Don Fadrique tienen a sus Excelsas Patronas Santas Nunilón y Alodía, cuya poderosa protección vienen experimentando de una manera clara y patente en sus necesidades y atenciones; consiguiendo por su intercesión los favores de la Divina Providencia, cuando de veras les piden (...).

En todo tiempo es conveniente este agradable obsequio a las gloriosas Santas Nunilón y Alodía, para hacernos merecedores de su eficaz protección; pero el más oportuno es en los días anteriores o posteriores a su festividad, que celebra la Iglesia Católica el 22 de Octubre, y desde la Pascua de Resurrección a la de Pentecostés”.

Con estos textos extraídos del prólogo del libreto “Novena y Flores Poéticas dedicadas a las Santas Vírgenes y Mártires Nunilón y Alodía, Patronas de la Ciudad de Huéscar y Villa de Puebla de Don Fadrique que se veneran en la Iglesia Parroquial de su nombre al pie de Sierra Sagra (Provincia de Granada)”, impreso en Granada en 1906, don Victoriano Vera Carrillo, Arcipreste y Cura Párroco de Santa María de Huéscar acerca al lector hacia el origen y el fondo de una tradición secular de profundo arraigo popular.

“Huéscar, ciudad cariñosa,
que a sus Santas se consagra,
no hay cielo como tu cielo,
ni sierra como tu Sagra.

De la Sagra y sus pinares
viene el aire que aspiramos,
el agua de nuestra vega
y las Santas que adoramos” .





Grabado de las Santas (s.XIX-XX). A. H. M.

HISTORIA

La devoción y culto a las Santas Mártires Nunilón y Alodía se arraiga en esta tierra granadina a final del siglo XV. Partió de Navarra y tiene su epicentro en Huéscar.

Después de la pacífica toma de Huéscar por los Reyes Católicos (1488) y tras las capitulaciones concertadas con su alcaide Suleiman al-Galib, Huéscar y su término, al que pertenecía el lugar de la Bolteruela, - hoy Puebla de Don Fadrique, -, quedaría como pueblo realengo y propiedad de la Corona de Castilla.

Este pacto, sin embargo, quedó roto por parte del rey en 1495. Dicho año se crea el marquesado de la villa de Huéscar que será donado en señorío a Don Luis de Beamonte, Conde de Lerín y Condestable de Navarra.

Junto con el Conde de Lerín vienen multitud de navarros, que, aposentados en estos parajes, fueron configurando el carácter de estas tierras. Encontramos sus huellas en el folklore, la gastronomía, en los oficios y en nuestros apellidos (Aguirre, Carricondo, Cocostegui, Warte, Irigaray, Sola, Trucharte.... y los numerosos Navarro).

Pero la huella más querida y preciada que nos dejaron y mantuvieron fue la devoción popular a las Santas Nunilón y Alodía, tan veneradas en su lejano monasterio de Leyre.

Poco duró el señorío de Don Luis de Beamonte en su marquesado de Huéscar, pues falleció en el año 1508. Pero antes, junto con su esposa D. Leonor de Aragón, hermanastra del rey católico, donó al pueblo la dehesa del Horcajón, donde poco antes y al pie de la Sagra, como buen recuerdo de los parajes montañosos navarros, había construido una ermita para depositar unas imágenes góticas de las Santas y unas reliquias que desde Leyre había traído.

Mientras tanto, el testimonio y ejemplo de devoción y culto a las Santas por los advenedizos navarros había prendido fuerte en los corazones de los nativos circunvecinos, hijos de cristianos viejos, de moriscos convertidos y bautizados, o de aquellos nuevos pobladores que vinieron tras la expulsión de los moriscos; así nos lo demuestran los viejos libros de asientos parroquiales, desde entonces, hasta nuestros días.


VIDA Y MARTIRIO

Las Santas Alodía y Nunilón se veneran en Huéscar y Puebla de Don Fadrique desde, al menos, el año 1500, poco después de la Reconquista de Granada por los Reyes Católicos.

Vivieron estas niñas hermanas, llamadas Alodía y Nunilón, en el seno de una familia muy peculiar en la villa aragonesa de Adahuesca, cercana a la antigua Castrum Vigetum, hoy llamada Alquézar.

De noble linaje. Parece que su padre pertenecía a la nobleza goda del valle del Ebro, que, a partir de la invasión de los árabes en España, se convirtió, como tantos otros a la religión islámica, para así conservar y mantener sus propiedades, posición social y no pagar impuestos.

Según la ley musulmana, los hijos debían seguir la religión del padre del que habían nacido. Pero, huérfanas de padre en la más tierna infancia, fueron criadas y educadas por su madre, que era cristiana.

Una vez fallecida su madre, Nunilón, que era la mayor y había llegado a la edad de contraer matrimonio, junto con Alodía, quedaron bajo la custodia y tutela de un pariente musulmán, quien, llevado de la idea de que no se acabase con ella su ilustre alcurnia, o de que las matasen y se llevara su hacienda el fisco del rey, las amenazó y estimulé para que abandonasen la fe cristiana y siguieran la ley mahometana.

Viendo el pariente que de poco sirvieron sus consejos y duras amonestaciones las denuncia al gobernador de la región.

Ante la constancia y firmeza de las dos hermanas, fueron instadas y conducidas por el tribunal a diferentes lugares para que abandonasen su fe cristiana. Al encontrar siempre respuesta negativa, Zimael, wali de la cora o provincia de Huesca, ordenó fuesen decapitadas.

Esto sucedió un 22 de octubre, Jueves, del año 846 de nuestra era, aunque otras fuentes históricas dicen que ocurrió el 21 de octubre del año 851.

“!Alodía si te vas,
Nunilón, aquí te espero;
nos iremos ajuntar
en la Piedra del Letrero!”.

“!En el cielo hay dos luceros,
que relumbran más que el sol,
que son las Santas Patronas,
Alodía y Nunilón!”.


FIESTAS

Durante el año, las Santas se veneran en su ermita y santuario al pie de la Sagra. El primer lunes de Pascua (fiesta variable) y, al anochecer, tras un largo día de romería, con todo el pueblo en la calle y mucha solemnidad, se procesionan en su entrada a la localidad.

Llegada la fiesta de Pentecostés, se acaba la estancia de las Santas en la ciudad y, tras haber permanecido en la parroquia de Santa María cincuenta días, habiendo salido en “rogativas” por distintos lugares y realizada la preceptiva “novena”, vuelven a su “casa” en la sierra.

El día 22 de octubre, fiesta litúrgica del martirio de las Santas Alodía y Nunilón, coincidiendo con la feria de Huéscar, los oscenses vuelven a recordar quienes son sus Patronas.

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Textos:

Carayol Gor, Rafael: Santas mártires del monte Alodía y Nunilón: Patronas de Huéscar y Puebla de D. Fadrique (Granada). 2ª ed. Caravaca de la Cruz: Parroquia Santas Mártires del Monte, 1994

viernes, 14 de octubre de 2011

VISITA A LA ANTIGUA VILLA DE HUÉSCAR: La calle de las TIENDAS.

Huéscar y su primitivo urbanismo en un dibujo reciente. A. M. H. 

1.  - Orígenes de la villa de Huéscar.

Hacia el siglo XII, los almohades, como medio para controlar el país, edifican por nuestra zona diferentes fortalezas, generalmente castillos roqueros -”Husun”, singular “hisn”- entre los que se encuentra el que sin villa, coronaba en solitario la Sierra de la Encantada. Pertenecía como toda nuestra comarca, a la jurisdicción de Tudmir -Murcia-, como punto avanzado frente a Granada.

Consta que los caballeros de Santiago que tenían a su cargo el castillo de Úskar, castellanizado como “Huéscar”, lograron superar la generalizada sublevación mudéjar que, entre Jerez y Murcia, hizo peligrar, al fallecimiento de Fernando III en Sevilla, la ocupación cristiana en los territorios ganados por éste monarca al Islam. Se sabe que eran portugueses, venidos como cruzados.

Tuvo que llegar el siglo XIV para que, en 1319, se sublevara en la Alhambra el príncipe nazarí Muley Ismail, hasta el momento belicoso Walí -gobernador- de Málaga contra su pacífico tío, el rey Nasr, a quien acusaba de contemporizar y ser amigo de los infieles castellanos. Lo destituyó, recluyéndole con honores reales en Guadix.

Hacia 1324, seguro en el trono, decidió el ya rey Ismail I arremeter desde sus tierras de Baza contra la frontera murciana, cuyos castillos seguían estando bajo control de los caballeros de Santiago.

El de Úskar fue arrasado entonces, en el primer uso documentado de artillería en España, que proviene de fuentes árabes, y concretamente del famoso polígrafo Ibn al Jatib, Gran Visir de Muhammad V de Granada.

Las ruinas del viejo castillo, llamadas antes”Huéscar la vieja” y ahora “Patio de los moros”, siguen en su escarpada cresta, viéndose todavía trozos de muro tapial y restos de aljibes.

Destruido este castillo murciano, e incorporada toda la comarca -desde Castril a Orce- por primera vez a Granada, decide Ismail colocar una población importante, con también importante alcazaba, que adelante cincuenta kilómetros al norte la punta de lanza y base de operaciones nazarí. En el mismo cruce de los caminos de Granada – Valencia y Murcia – Sevilla, que es el que vigilaba desde lo alto el “hisn Úskar”, planifica y edifica a toda prisa la actual Huéscar, con fortaleza, murallas y foso.

Reutiliza, para mayor solidez de la base de la torre del homenaje, los grandes sillares romanos de una necrópolis romana de la familia Atelia que debía estar allí mismo, en dicho cruce de los muy antiguos caminos. Son piedras epigrafiadas con textos en latín, colocados curiosamente todas al revés, lo suficientemente grandes como para no haber podido ser arrastradas desde los yacimientos romanos de Galera.

El visir Riwan, gran estratega, se encargó en aquellos principios del siglo XIV de reorganizar toda la estructura militar de la nueva frontera granadina, edificando la estratégica red de atalayas de vigía y aviso, de las que tenemos abundante muestrario en nuestra tierra.

Vienen en el siguiente siglo XV la recuperación por Don Rodrigo Manrique, desde su base santiaguista de Segura de la Sierra; y la nueva toma granadina por Muhammad X al-Ahnaf – el Cojo -, conocido por “Aben Osmín”. Así, con turbulencias bélicas de la frontera, hasta la definitiva entrega de toda esta zona, en adelante granadina y almeriense, en la campaña que Don Fernando hizo desde Murcia en 1488, ya en final de la Guerra de Granada.

Desde entonces la vieja Úskar ibérica arabizada pasa a ser “Güescar” y definitivamente “Huéscar”. En los documentos de entonces es a veces, por confusión citada como Huesca o Güesca.


2.  - Urbanismo de la primitiva villa. La calle de las TIENDAS.

La primitiva villa de Huéscar, con su perímetro amurallado, estaba comprendida entre lo que hoy conocemos como Plaza Mayor, Nueva, Carril, Placeta de Maza, Cuesta del Tinte, Barroeta (carretera Granada – Murcia) y el Paseo de Santo Cristo.

La Plaza Mayor, a la que se asomaba la puerta principal de este recinto amurallado (Puerta de Castril) daba acceso a la calle Tiendas, -que en la ciudad hispanomusulmana era la calle principal- la cruzaba de puerta a puerta y estaría llena de estos establecimientos. Es la clásica alcaicería árabe.

De la antigüedad e importancia de esta calle tenemos datos escritos y arquitectónicos, algunos de ellos destruidos en fechas muy recientes, de los que nos quedan constancia sobre papel, epigráfía y tradición musical – Don Juan María Guerrero de la Plaza, Secretario del Ayuntamiento, compositor y maestro de capilla, vivió en la casa nº4-.

La ubicación que ocupan hoy día las viviendas nº 7, 9 y 11 conformarían el volumen y espacio ocupado por la antigua Sinagoga judía con entrada principal por esta calle.

Como ejemplo de la multitud de establecimientos que se asentaron en esta calle, siguiendo la tradición, durante el siglo XX podemos hablar de mercerías, zapaterías, relojerías, churrerías y heladería, taberna, tejidos y sastrería, billares, bar de alterne, barberías, gestoría, tienda de confecciones, carnicerías, comestibles, ultramarinos, zapateros remendones, alpargaterías, buñolerías, pescaderías, tienda de electrodomésticos, horno de pan-cocer, horno de pastelería, tienda de salazones, armería, etc...

Si bajamos, hacia su mitad y perpendicular a ella, a la izquierda, está el callejón de Santa Ana, nombre que le viene de un beaterio que allí hubo. Esta calle, no era sino la entrada a los corralazos judíos. La expulsión de los hebreos dio lugar a la consagración del local de la Sinagoga al culto cristiano y precisamente al de una santa que siempre fue judía. Existen referencias a este beaterio a finales del XVII, sin que consten las causas de su desaparición. También en el siglo XIX, hacia 1812, se utilizan las dependencias de ésta, ya sólo ermita, como hospital de campaña por el ejército francés en su retirada.

Calle Tiendas (ca 1975).     A.M.H.

Un poquito más allá, a la derecha encontramos dos callejuelas más estrechas, la Aceitería y el callejón de la Quica. La Aceitería albergó en su momento ciertos establecimientos dedicados a la venta de este producto –aceite-, en la antigua vivienda situada donde hoy está la nº 4. En esta casa residió, siendo niño, Luis Miguel Dominguín, el torero, por vivir en ella una tía suya. En el nº. 5, estaba el portal de la Zapatería remendona de Ramón Pageo ya desaparecida. Sobre la fachada de esta casa hay una hornacina con la virgen de las Angustias, de gran devoción popular. Al callejón de la Quica le viene el nombre por Francisca González, conocida como “Quica”, que junto a su marido poseían un establecimiento de comestibles. Manteniendo todo su sabor árabe, en su estructura urbana zigzagueante, conecta la calle de las tiendas con el Paseo del Santo Cristo. Sería nuestro “pequeño Albaizín”.

Y así, llegamos a la calle y plaza de la Alhóndiga. Debe su nombre a haber estado en ella durante siglos, frente al flanco oeste de la fortaleza, la institución de este nombre, llamada últimamente, antes de su derribo “Posada de Hilario”.

Eran las alhóndigas unos establecimientos oficiales, pertenecientes a la Corona o al Señorío, o a quien se hubiera concedido por especial privilegio. Reunían, para mayor control de viajeros y mercaderes, la condición de mesones y de puntos de venta de productos forasteros, entre los que se hallaba el pescado.

Esta alhóndiga, situada en el ensanche que se llamó “plaza de Adentro” desde que se urbanizó la “del Abal” -la Mayor-, era del Duque; al igual que las pequeñas tiendas que había adheridas a la Torre del Homenaje de la fortaleza. Otro mesón antiguo era el concedido, por privilegio y como medio de ayuda, al convento de las Dominicas: es la ya cerrada Posada de las Monjas, al fondo del Paseo, en su momento conocida como cuesta de los mesones, por los varios que allí hubo.

El Pósito era la casa almacén donde se depositaban los productos agrícolas, normalmente cereales, que los agricultores entregaban, a modo de seguro, para poder pedir la contraprestación en años en que la mala cosecha no permitía disponer ni para la siembra de la campaña siguiente.

Es esta institución de los Pósitos de origen medieval, muy fomentada por la Corona y, curiosamente, todavía en plena vigencia teórica. Con el correr de los siglos, se sustituyó la entrega en especie por el ingreso en dinero, constituyéndose así los Pósitos, de hecho, en acaudalados antecedentes de las Cajas Rurales.

Los edificios, generalmente importantes y con el escudo de la Corona en la fachada, pasaron a propiedad municipal. El de Huéscar estaba ubicado en el recinto de la Fortaleza, junto al Arco del Santo Cristo. Su edificio, muy reformado, fue utilizado como comedor de Auxilio Social, sede  y local de ensayos de la Banda Municipal de Música y, ahora, en espera de nueva utilización.

El Arco de Santo Cristo era la antigua Puerta del Sol, o quizá de Caravaca, o de Murcia, en el antiguo recinto amurallado de la Huéscar nazarí. Se correspondía, al otro extremo de la calle de las Tiendas, con la Puerta de Castril, cuyo arco, entre las esquinas a la Plaza de las casas de la antigua heladería y churrería del maestro Arturo, y la de Banesto. Eran las dos principales puertas de la población medieval. Aún había otra, junto a la mezquita -luego iglesia de Santiago-, que salía al ensanche que había de convertirse en Placeta Maza.

Parece ser, le viene el nombre por haber habido allí siempre una imagen de Cristo Crucificado, muy venerada por quienes pasaban el Arco. Ello entronca con otra de las bellas tradiciones locales, según la cual, al abrir un hueco en el muro, apareció ese Cristo, con una luz encendida, que habría estado ardiendo desde la entrada de los árabes en la península.


3. - Datos de interés, cultural y etnográfico actual, sobre la zona.

   Huéscar, ciudad agazapada en sí misma, ha desarrollado un carácter peculiar y autóctono, definido por su historia, su cultura y costumbres y sus tradiciones.

   Adentrarse en la zona medieval de su casco urbano es hallar religión, fiesta, relaciones personales y comerciales, tauromaquia,... en fin, es encontrar vida, movimiento y cultura a lo largo de todos los días del año.

La calle Alhóndiga hacia 1970.         A. M. H.
   Si lo determinásemos por las actividades diarias que a lo largo del año se desarrollan en ella, hallaríamos que es una zona de paseo (calle Alhóndiga-Placeta Maza-calle Santiago –antigua vía pecuaria y camino de comunicación con el paraje de las Santas), de culto (actos religiosos en la Iglesia de Santiago. También sede canónica de una Hermandad de Semana Santa -con cuatrocientos años de tradición-), de intercambios personales y comerciales (mercado semanal -datado ya en 1589-, comercios tradicionales,...); paso obligado para los visitantes y turistas que se acercan hasta esta población (antiguo Pósito Real, Arco de Santo Cristo –Puerta de Murcia-, Torre del Homenaje, Iglesia de Santiago (s. XV), Plaza de Toros, casas blasonadas (S.XVI), casas señoriales (s. XVI-XVII. También del s. XIX-XX),...; zona de uso cultural y taurino (por el entorno urbano y los ensanches de que se compone, además de las infraestructuras peculiares –coso taurino-,...).

  Así pues, adentrarse en este entorno urbano es llegar al corazón histórico y cultural, de esta población, con rincones llenos de tradición que delatan tiempos pasados de esplendor, con largas calles nacidas a la vera de las cañadas y el cruce de caminos (como el Camino Real de Granada a Valencia y el de Murcia a Sevilla, del medievo), junto a pequeñas y enrevesadas callejuelas que revelan su pasado árabe.

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Bibliografía:

-         González Barberán, Vicente: “Cosas de Huéscar” en Úskar. Revista Histórica y Cultural de la Comarca. Nº. 1. Año 1998.
-         Romero Díaz, Mª Asunción: “Huéscar: el medio natural y la vida humana”. Granada: Diputación, 1982.
-         García de la Serrana Parra, Francisco: “Huéscar. Calles y Plazas surgidas desde final de ocupación musulmana hasta 1939 con algunos detalles históricos”. Mecanografiado. Inédito.
-         Archivo Municipal de Huéscar.