viernes, 14 de octubre de 2011

VISITA A LA ANTIGUA VILLA DE HUÉSCAR: La calle de las TIENDAS.

Huéscar y su primitivo urbanismo en un dibujo reciente. A. M. H. 

1.  - Orígenes de la villa de Huéscar.

Hacia el siglo XII, los almohades, como medio para controlar el país, edifican por nuestra zona diferentes fortalezas, generalmente castillos roqueros -”Husun”, singular “hisn”- entre los que se encuentra el que sin villa, coronaba en solitario la Sierra de la Encantada. Pertenecía como toda nuestra comarca, a la jurisdicción de Tudmir -Murcia-, como punto avanzado frente a Granada.

Consta que los caballeros de Santiago que tenían a su cargo el castillo de Úskar, castellanizado como “Huéscar”, lograron superar la generalizada sublevación mudéjar que, entre Jerez y Murcia, hizo peligrar, al fallecimiento de Fernando III en Sevilla, la ocupación cristiana en los territorios ganados por éste monarca al Islam. Se sabe que eran portugueses, venidos como cruzados.

Tuvo que llegar el siglo XIV para que, en 1319, se sublevara en la Alhambra el príncipe nazarí Muley Ismail, hasta el momento belicoso Walí -gobernador- de Málaga contra su pacífico tío, el rey Nasr, a quien acusaba de contemporizar y ser amigo de los infieles castellanos. Lo destituyó, recluyéndole con honores reales en Guadix.

Hacia 1324, seguro en el trono, decidió el ya rey Ismail I arremeter desde sus tierras de Baza contra la frontera murciana, cuyos castillos seguían estando bajo control de los caballeros de Santiago.

El de Úskar fue arrasado entonces, en el primer uso documentado de artillería en España, que proviene de fuentes árabes, y concretamente del famoso polígrafo Ibn al Jatib, Gran Visir de Muhammad V de Granada.

Las ruinas del viejo castillo, llamadas antes”Huéscar la vieja” y ahora “Patio de los moros”, siguen en su escarpada cresta, viéndose todavía trozos de muro tapial y restos de aljibes.

Destruido este castillo murciano, e incorporada toda la comarca -desde Castril a Orce- por primera vez a Granada, decide Ismail colocar una población importante, con también importante alcazaba, que adelante cincuenta kilómetros al norte la punta de lanza y base de operaciones nazarí. En el mismo cruce de los caminos de Granada – Valencia y Murcia – Sevilla, que es el que vigilaba desde lo alto el “hisn Úskar”, planifica y edifica a toda prisa la actual Huéscar, con fortaleza, murallas y foso.

Reutiliza, para mayor solidez de la base de la torre del homenaje, los grandes sillares romanos de una necrópolis romana de la familia Atelia que debía estar allí mismo, en dicho cruce de los muy antiguos caminos. Son piedras epigrafiadas con textos en latín, colocados curiosamente todas al revés, lo suficientemente grandes como para no haber podido ser arrastradas desde los yacimientos romanos de Galera.

El visir Riwan, gran estratega, se encargó en aquellos principios del siglo XIV de reorganizar toda la estructura militar de la nueva frontera granadina, edificando la estratégica red de atalayas de vigía y aviso, de las que tenemos abundante muestrario en nuestra tierra.

Vienen en el siguiente siglo XV la recuperación por Don Rodrigo Manrique, desde su base santiaguista de Segura de la Sierra; y la nueva toma granadina por Muhammad X al-Ahnaf – el Cojo -, conocido por “Aben Osmín”. Así, con turbulencias bélicas de la frontera, hasta la definitiva entrega de toda esta zona, en adelante granadina y almeriense, en la campaña que Don Fernando hizo desde Murcia en 1488, ya en final de la Guerra de Granada.

Desde entonces la vieja Úskar ibérica arabizada pasa a ser “Güescar” y definitivamente “Huéscar”. En los documentos de entonces es a veces, por confusión citada como Huesca o Güesca.


2.  - Urbanismo de la primitiva villa. La calle de las TIENDAS.

La primitiva villa de Huéscar, con su perímetro amurallado, estaba comprendida entre lo que hoy conocemos como Plaza Mayor, Nueva, Carril, Placeta de Maza, Cuesta del Tinte, Barroeta (carretera Granada – Murcia) y el Paseo de Santo Cristo.

La Plaza Mayor, a la que se asomaba la puerta principal de este recinto amurallado (Puerta de Castril) daba acceso a la calle Tiendas, -que en la ciudad hispanomusulmana era la calle principal- la cruzaba de puerta a puerta y estaría llena de estos establecimientos. Es la clásica alcaicería árabe.

De la antigüedad e importancia de esta calle tenemos datos escritos y arquitectónicos, algunos de ellos destruidos en fechas muy recientes, de los que nos quedan constancia sobre papel, epigráfía y tradición musical – Don Juan María Guerrero de la Plaza, Secretario del Ayuntamiento, compositor y maestro de capilla, vivió en la casa nº4-.

La ubicación que ocupan hoy día las viviendas nº 7, 9 y 11 conformarían el volumen y espacio ocupado por la antigua Sinagoga judía con entrada principal por esta calle.

Como ejemplo de la multitud de establecimientos que se asentaron en esta calle, siguiendo la tradición, durante el siglo XX podemos hablar de mercerías, zapaterías, relojerías, churrerías y heladería, taberna, tejidos y sastrería, billares, bar de alterne, barberías, gestoría, tienda de confecciones, carnicerías, comestibles, ultramarinos, zapateros remendones, alpargaterías, buñolerías, pescaderías, tienda de electrodomésticos, horno de pan-cocer, horno de pastelería, tienda de salazones, armería, etc...

Si bajamos, hacia su mitad y perpendicular a ella, a la izquierda, está el callejón de Santa Ana, nombre que le viene de un beaterio que allí hubo. Esta calle, no era sino la entrada a los corralazos judíos. La expulsión de los hebreos dio lugar a la consagración del local de la Sinagoga al culto cristiano y precisamente al de una santa que siempre fue judía. Existen referencias a este beaterio a finales del XVII, sin que consten las causas de su desaparición. También en el siglo XIX, hacia 1812, se utilizan las dependencias de ésta, ya sólo ermita, como hospital de campaña por el ejército francés en su retirada.

Calle Tiendas (ca 1975).     A.M.H.

Un poquito más allá, a la derecha encontramos dos callejuelas más estrechas, la Aceitería y el callejón de la Quica. La Aceitería albergó en su momento ciertos establecimientos dedicados a la venta de este producto –aceite-, en la antigua vivienda situada donde hoy está la nº 4. En esta casa residió, siendo niño, Luis Miguel Dominguín, el torero, por vivir en ella una tía suya. En el nº. 5, estaba el portal de la Zapatería remendona de Ramón Pageo ya desaparecida. Sobre la fachada de esta casa hay una hornacina con la virgen de las Angustias, de gran devoción popular. Al callejón de la Quica le viene el nombre por Francisca González, conocida como “Quica”, que junto a su marido poseían un establecimiento de comestibles. Manteniendo todo su sabor árabe, en su estructura urbana zigzagueante, conecta la calle de las tiendas con el Paseo del Santo Cristo. Sería nuestro “pequeño Albaizín”.

Y así, llegamos a la calle y plaza de la Alhóndiga. Debe su nombre a haber estado en ella durante siglos, frente al flanco oeste de la fortaleza, la institución de este nombre, llamada últimamente, antes de su derribo “Posada de Hilario”.

Eran las alhóndigas unos establecimientos oficiales, pertenecientes a la Corona o al Señorío, o a quien se hubiera concedido por especial privilegio. Reunían, para mayor control de viajeros y mercaderes, la condición de mesones y de puntos de venta de productos forasteros, entre los que se hallaba el pescado.

Esta alhóndiga, situada en el ensanche que se llamó “plaza de Adentro” desde que se urbanizó la “del Abal” -la Mayor-, era del Duque; al igual que las pequeñas tiendas que había adheridas a la Torre del Homenaje de la fortaleza. Otro mesón antiguo era el concedido, por privilegio y como medio de ayuda, al convento de las Dominicas: es la ya cerrada Posada de las Monjas, al fondo del Paseo, en su momento conocida como cuesta de los mesones, por los varios que allí hubo.

El Pósito era la casa almacén donde se depositaban los productos agrícolas, normalmente cereales, que los agricultores entregaban, a modo de seguro, para poder pedir la contraprestación en años en que la mala cosecha no permitía disponer ni para la siembra de la campaña siguiente.

Es esta institución de los Pósitos de origen medieval, muy fomentada por la Corona y, curiosamente, todavía en plena vigencia teórica. Con el correr de los siglos, se sustituyó la entrega en especie por el ingreso en dinero, constituyéndose así los Pósitos, de hecho, en acaudalados antecedentes de las Cajas Rurales.

Los edificios, generalmente importantes y con el escudo de la Corona en la fachada, pasaron a propiedad municipal. El de Huéscar estaba ubicado en el recinto de la Fortaleza, junto al Arco del Santo Cristo. Su edificio, muy reformado, fue utilizado como comedor de Auxilio Social, sede  y local de ensayos de la Banda Municipal de Música y, ahora, en espera de nueva utilización.

El Arco de Santo Cristo era la antigua Puerta del Sol, o quizá de Caravaca, o de Murcia, en el antiguo recinto amurallado de la Huéscar nazarí. Se correspondía, al otro extremo de la calle de las Tiendas, con la Puerta de Castril, cuyo arco, entre las esquinas a la Plaza de las casas de la antigua heladería y churrería del maestro Arturo, y la de Banesto. Eran las dos principales puertas de la población medieval. Aún había otra, junto a la mezquita -luego iglesia de Santiago-, que salía al ensanche que había de convertirse en Placeta Maza.

Parece ser, le viene el nombre por haber habido allí siempre una imagen de Cristo Crucificado, muy venerada por quienes pasaban el Arco. Ello entronca con otra de las bellas tradiciones locales, según la cual, al abrir un hueco en el muro, apareció ese Cristo, con una luz encendida, que habría estado ardiendo desde la entrada de los árabes en la península.


3. - Datos de interés, cultural y etnográfico actual, sobre la zona.

   Huéscar, ciudad agazapada en sí misma, ha desarrollado un carácter peculiar y autóctono, definido por su historia, su cultura y costumbres y sus tradiciones.

   Adentrarse en la zona medieval de su casco urbano es hallar religión, fiesta, relaciones personales y comerciales, tauromaquia,... en fin, es encontrar vida, movimiento y cultura a lo largo de todos los días del año.

La calle Alhóndiga hacia 1970.         A. M. H.
   Si lo determinásemos por las actividades diarias que a lo largo del año se desarrollan en ella, hallaríamos que es una zona de paseo (calle Alhóndiga-Placeta Maza-calle Santiago –antigua vía pecuaria y camino de comunicación con el paraje de las Santas), de culto (actos religiosos en la Iglesia de Santiago. También sede canónica de una Hermandad de Semana Santa -con cuatrocientos años de tradición-), de intercambios personales y comerciales (mercado semanal -datado ya en 1589-, comercios tradicionales,...); paso obligado para los visitantes y turistas que se acercan hasta esta población (antiguo Pósito Real, Arco de Santo Cristo –Puerta de Murcia-, Torre del Homenaje, Iglesia de Santiago (s. XV), Plaza de Toros, casas blasonadas (S.XVI), casas señoriales (s. XVI-XVII. También del s. XIX-XX),...; zona de uso cultural y taurino (por el entorno urbano y los ensanches de que se compone, además de las infraestructuras peculiares –coso taurino-,...).

  Así pues, adentrarse en este entorno urbano es llegar al corazón histórico y cultural, de esta población, con rincones llenos de tradición que delatan tiempos pasados de esplendor, con largas calles nacidas a la vera de las cañadas y el cruce de caminos (como el Camino Real de Granada a Valencia y el de Murcia a Sevilla, del medievo), junto a pequeñas y enrevesadas callejuelas que revelan su pasado árabe.

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Bibliografía:

-         González Barberán, Vicente: “Cosas de Huéscar” en Úskar. Revista Histórica y Cultural de la Comarca. Nº. 1. Año 1998.
-         Romero Díaz, Mª Asunción: “Huéscar: el medio natural y la vida humana”. Granada: Diputación, 1982.
-         García de la Serrana Parra, Francisco: “Huéscar. Calles y Plazas surgidas desde final de ocupación musulmana hasta 1939 con algunos detalles históricos”. Mecanografiado. Inédito.
-         Archivo Municipal de Huéscar.


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